“Sí, hemos perdido (…) la santa inocencia de quien se perdona a sí mismo. (…)”
“Cuando se ha visto una sola vez el resplandor de la dicha en el rostro de un ser querido, se sabe que para el hombre no puede haber otra vocación que suscitar esta luz en los rostros que lo rodean. Y desgarra pensar cuánta desdicha y cuánta oscuridad proyectamos, por el solo hecho de vivir, en los corazones que encontramos”.